sábado, 15 de abril de 2017

JEAN JACQUES ROUSSEAU Y EL ESPIRITU PRE-ROMÁNTICO



Cuando se estudian las corrientes del pensamiento del siglo XVIII suele señalarse una dicotomía: la primera mitad del siglo mostraría el predominio del espíritu crítico, a veces frívolo y ligero, el culto de las ciencias y del racionalismo; la segunda mitad, por el contrario, marcaría la demostración de un sentimiento, de la sensibilidad, de lo irracional frente a aquella primera actitud dominante.
En síntesis, por un lado “les têtes philosophiques” (las cabezas filosóficas) y por otro “les âmes sensibles” (almas sensibles). Sin embargo, aunque una y otra corriente tienden a predominar en los citados momentos, lo que da su fisonomía más compleja a este siglo es la coexistencia de una y otra tendencia que, incluso, se puede dar en una misma persona.

EL PRE-ROMANTICISMO SEGÚN LAGARDE Y MICHARD

1) Cosmopolitismo literario:
La elección de la sensibilidad hizo acoger con fervor las obras extranjeras colocadas bajo el signo de la pasión, (traducciones de Shakespeare, Richardson, Young, Ossian, con sus poemas sombríos y melancólicos; el influjo del Werther de Goethe, etc)

2) Temas pre-románticos
La sensibilidad también condujo a los escritores a ponerse en el centro de sus obras, ampliamente autobiográficas, con su orgullo, su melancolía, sus emociones. Así se encuentra en Rousseau y sus sucesores la mayoría de los temas gratos a los románticos.:
a) El sentimiento de la Naturaleza.
Antes que Chateaubriand, Jean Jacques Rousseau fue sensible a la grandeza y al misterio de la naturaleza y Bernardin de Saint Pierre, uno de los creadores del “exotismo”, describió paisajes “pintorescos” con una extrema riqueza de colorido. Desde ya, la naturaleza es considerada en sus relaciones con el alma humana, ofrece al hombre espectáculos par encantarlo, para apaciguar su corazón; despierta en él sentimientos conformes con su espectáculo y se pone en armonía con sus emociones “como una tierna amiga.” También es para el artista el cuadro de las emociones humanas que ella contribuye a subrayar y a sugerir: el otoño, el claro de luna, los sonidos sordos y misteriosos, las ruinas y las tumbas, en adelante estarán ligados a la evocación de la melancolía.
b) El sentimiento religioso.
La soledad, el misterio de la naturaleza, ayudan al alma a aproximarse a Dios.
c) El amor.
El “delirio” de Rousseau, “ebrio de amor sin objeto” en el momento en que redacta la Nueva Eloísa ya es la “obra de las pasiones” que atormentó a Chateaubriand. Puede decirse que los temas esenciales del amor romántico se encuentran en la Nueva Eloísa: la fatalidad de la pasión, la predestinación de los amantes, los tormentos de la separación, la búsqueda del olvido en los viajes y en los peligros la idea del suicidio, el sentimiento doloroso del tiempo que pasa y en la felicidad que huye y, sobre todo, las emociones que se apoderan del alma en los lugares testigos de la felicidad pasada.

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