Movimiento que se inicia a principios del siglo XIX, en Europa; su influencia se extiende
sobre la literatura, el arte, la filosofía, la historia y la crítica. Fue,
según la opinión de Arnold Hauser, “una de las
variaciones más importantes de la
historia de la mentalidad occidental.” Se
presenta en un primer momento como reacción a la rigidez e impersonalidad del Neoclasicismo,
pero supera su carácter negativo para instaurar una fuerza renovadora que
anticipa toda la literatura moderna. Según la definición del novelista francés Sthendal, “el Romanticismo es el arte que ofrece a
los pueblos las obras literarias que, en
el estado actual de sus costumbres y creencia, pueden brindarles el mayor
placer. El Clasicismo, por el contrario, les
presenta la literatura que
agradaba a su s antepasados.”
Los antecedentes del Romanticismo pueden rastrearse hasta las corrientes del
pensamiento do fines de l siglo XVIII:
en Francia, Rousseau; en Alemania, el Sturm und Drang, con Goethe
y Schiller, además de los trabajos de Schlegel, cuyo “Curso de literatura
dramática” fue traducido y difundido en Francia
por Mme. de Staël; en Inglaterra, los poetas lakistas y el falso Osián.
El Romanticismo se presenta fundamentalmente, como un movimiento de libertad;
es así como Víctor Hugo afirma en el prefacio a “Cromwell” (1827) –verdadero
manifiesto del Romanticismo francés-:
“¡No existen reglas ni modelos!; mejor
dicho, no hay más reglas que las leyes generales de la naturaleza y las
leyes especiales que, en cada obra,
resultan de las condiciones propias de su tema. Las primeras, que son eternas e
interiores, perduran; las otras, variables y exteriores, sirven sólo una vez...
Insistimos: el poeta sólo debe obedecer a la naturaleza, a la verdad y a la
inspiración, que es también una verdad
y una naturaleza.” De esta forma el
Romanticismo se convierte en el “liberalismo en literatura” (declaración que
olvida sus comienzos realistas y monárquicos y el misticismo cristiano de
románticos como Lamartine o prerrománticos como Chateaubriand).
La definición de la libertad implica un retorno a la inspiración como
desencadenante de la obra, Más allá de todo precepto impuesto, de toda división
en géneros, de toda retórica; de allí se
sucede la búsqueda de la experiencia personal y la exaltación del lirismo,
elementos ambos que se constituyen en rasgos esenciales del Romanticismo.
La estética romántica se resuelve en términos de libertad e
historia; enfrenta así la decantada
universalidad del Clasicismo y subraya al mismo tiempo las características
nacionales, resultado de lo histórico, mediante
el color local y la inclinación
por el pintoresquismo.
El lirismo romántico se traduce
en un culto exacerbado de la personalidad, que sólo se superará en una segunda etapa, a partir de 1840, con el
Romanticismo social. Lo lírico se traduce en expresión de la sensibilidad,
que había sido relegada por los neoclásicos, por ese camino el Romanticismo forja sus
características tradicionales: la melancolía y la angustia que se resuelven con
frecuencia, en una huida hacia lo fantástico (Romanticismo negro), el exotismo,
la ensoñación o el misticismo.
El Romanticismo europeo conoció dos etapas: “Su evolución
siguió direcciones distintas en Alemania y Europa occidental; el
Romanticismo alemán procedió de una actitud originalmente revolucionaria hacia una posición
reaccionaria, mientras que el europeo occidental, por el contrario, pasó de una
actitud conservadora y monárquica a una posición liberal” (Arnold Hauser).
Las dos etapas corresponden a dos generaciones románticas diferentes.
El Romanticismo fue fundamentalmente, e
integrando todos sus elementos, una
nueva ideología que correspondía a una sociedad nueva y a hombres que después de vivir o conocer la ruina del Imperio
más poderoso de Europa, entraban en una etapa de relativización de valores y
exaltación del individuo.
Tampoco debe olvidarse que nacen con el Romanticismo el drama moderno,
la novela histórica y nuevas expresiones de la poesía lírica.
Extraído del Diccionario del Capítulo Universal Nº
40
Soneto de Lope de Vega que define lo que es un soneto. Cuando hablamos sobre literatura generando literatura, poesía en este caso, hablamos de METALITERATURA.
SONETO
Un soneto me manda hacer Violante, A
y en mi vida me he visto en tal aprieto: B
catorce versos dicen que es soneto: B
burla burlando van los tres delante. A
Yo pensé que no hallara consonante, A
y estoy a la mitad de otro
cuarteto: B
mas si me veo en el primer terceto B
no hay cosa en los cuartetos que me espante. A
Por el primer terceto voy entrando, C
y aun parece que entré con pie derecho, D
pues fin con este verso le voy dando. C
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho D
que estoy los trece versos acabando: C
contad si son catorce, y está hecho. D
Lope de
Vega
Poeta y dramaturgo español
Siglos XVI-XVII (Siglo de Oro)
Como podemos apreciar, el genial Félix Lope de Vega Carpio nos da la definición de soneto en una composición literaria igual. El tipo de composición que definirá y escribirá, está en el primer verso. La cantidad de versos que un soneto tiene, en el tercero del primer cuarteto.
En el segundo cuarteto, nos dice que está formado por cuartetos y tercetos y el tipo de rima que se usa. Lo único que no dice es que lleva versos endecasílabos y la organización de la rima. Pero igualmente, eso está en el cuerpo del Soneto. De este modo, tenemos una definición perfecta: literaria y poéticamente hablando.
SONETO:
Forma de composición literaria CERRADA, que consta de una estructura externa formada por dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos, con rima consonante según el siguiente esquema: ABBA-ABBA-CDC-DCD.
El soneto es de origen italiano; la escuela del Dolce Stil Novo, integrada entre otros autores por Dante, fue influida por la poesía provenzal medieval francesa y así genera el nombre SONETO, (diminutivo de sonus, 'tono', 'sonido') o incorporada en Italia por influencia del provenzal sonet, nombre de una melodía breve y ligera, una cancioncilla. En la literatura italiana antigua llegó a tener el sentido más amplio de canción.
Las dos fuentes clásicas del soneto son el italiano o petrarquista y el inglés o shakespeariano. El Cancionero de Petrarca incluye 317 sonetos dirigidos a su amada Laura. El soneto petrarquista tuvo seguidores en Italia (Torquato Tasso) y se difundió también en otros países europeos: Portugal (Luís de Camões; Francia (Pierre de Ronsard, Joachim du Bellay y otros miembros del grupo conocido como la Pléyade); España. Fueron Boscán y Garcilaso de la Vega los encargados de arraigar el soneto, aunque ya el marqués de Santillana había escrito 42 sonetos fechos al itálico modo, utilizando en los cuartetos la rima ABAB, con lo que se apartaba de la norma habitual en el soneto petrarquista (ABBA).
En el siglo XVII español se destacan los sonetos de Cervantes, Góngora, Quevedo, Calderón y Lope de Vega, quien en su Arte nuevo de hacer comedias recomendaba el soneto para los soliloquios teatrales: "el soneto está bien en los que aguardan". Después de una escasa utilización en el siglo XVIII y en el XIX, el soneto resurge con los poetas modernistas hispanoamericanos y españoles. A la influencia de la forma tradicional, se une el gran impacto de los simbolistas franceses, lo que determinará la introducción de variaciones más o menos heterodoxas. Rubén Darío, por ejemplo, dedica un soneto a Cervantes donde combina endecasílabos y heptasílabos, y otro a Walt Whitman, donde utiliza versos de doce sílabas. Otros autores contemporáneos de sonetos son Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Jorge Guillén.
Entre las principales alteraciones del soneto figuran el sonetillo, compuesto en general por versos octosílabos, aunque también recurren al eneasílabo Rubén Darío, Valle-Inclán, Gabriela Mistral; el soneto con estrambote (sonetto caudato), del que hay ejemplos en Boscán, Cervantes y Antonio Machado ('A un olmo viejo') que añade al soneto normal una coda, una o más estrofas de tres versos, por lo común un heptasílabo y dos endecasílabos; el soneto acróstico; el soneto con eco (Lope de Vega).
El soneto inglés tiene su principal representante en Shakespeare y en los Amoretti (1596) de Edmund Spenser. Su forma, que exige una adaptación a una lengua menos rica en rimas que el italiano, abarca tres cuartetos, cada uno rimado de diferente manera, y un dístico final que cierra el conjunto. El esquema de las rimas es a b a b, c d c d, e f e f, gg. En el siglo XVII, se mantiene la tradición del soneto a través del poeta John Donne (Poemas divinos) y de John Milton, quien se atiene a la fórmula petrarquista y escribe sonetos tanto en inglés como en italiano. Después de casi un siglo de decadencia, el soneto renace con autores románticos como William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge, John Keats. Durante el periodo victoriano, merecen citarse los Sonetos del portugués de Elizabeth Barrett Browning.
SONETOS DEL PORTUGUÉS (SONNETS FROM THE PORTUGUESE)
Elizabeth Barrett-Browning
And, as I mused it in his antique tongue,
I saw, in gradual vision through my tears,
The sweet, sad years, the melancholy years,
Those of my own life, who by turns had flung
A shadow across me. Straightway I was 'ware,
So weeping, how a mystic Shape did move
Behind me, and drew me backward by the hair;
And a voice said in mastery, while I strove -
'Guess now who holds thee?' - 'Death,' I said. But, there,
The silver answer rang, - 'Not Death, but Love.'
I.
"I thought once how Theocritus had sung..."
by Elizabeth Barrett Browning (1806-1861)
by Elizabeth Barrett Browning (1806-1861)
I thought once how Theocritus had sung
Of the sweet years, the dear and wished-for years,
Who each one in a gracious hand appears
To bear a gift for mortals, old or young:
Of the sweet years, the dear and wished-for years,
Who each one in a gracious hand appears
To bear a gift for mortals, old or young:
And, as I mused it in his antique tongue,
I saw, in gradual vision through my tears,
The sweet, sad years, the melancholy years,
Those of my own life, who by turns had flung
A shadow across me. Straightway I was 'ware,
So weeping, how a mystic Shape did move
Behind me, and drew me backward by the hair;
And a voice said in mastery, while I strove -
'Guess now who holds thee?' - 'Death,' I said. But, there,
The silver answer rang, - 'Not Death, but Love.'
Pensé en cierta ocasión en cómo había ensalzado
Teócrito los dulces, caros y ansiados años
que, en sus manos graciosas, ofrecen cada uno
dones a los mortales, ya jóvenes o viejos:
y, mientras lo pensaba en su clásica lengua,
a través de mis lágrimas contemplé poco a poco
los dulces, tristes años, melancólicos años
de mi vida que habían lanzado unos tras otros
su sombra sobre mí. De pronto me dí cuenta,
en medio de mi llanto, de una mística forma
tras de mí, que tiraba hacia atrás de mi pelo;
y una voz dominante escuché al debatirme:
“¿Sabes quién te sujeta?” “La Muerte”, dije. Entonces
sonó esta voz de plata: “No Muerte, sino Amor.”
First time he kissed me, he but only kissed
The fingers of this hand wherewith I write; And ever since, it grew more clean and white, Slow to world-greetings, quick with its 'Oh, list,' When the angels speak. A ring of amethyst I could not wear here, plainer to my sight, Than that first kiss. The second passed in height The first, and sought the forehead, and half missed, Half falling on the hair. O beyond meed! That was the chrism of love, which love's own crown, With sanctifying sweetness, did precede. The third upon my lips was folded down In perfect, purple state; since when, indeed, I have been proud and said, 'My love, my own.' |
Con su beso primero tan solo me rozó
los dedos de esta mano con la que ahora escribo;
y, desde entonces, ella quedó más pura y blanca,
más fría hacia las gentes, e inclinada a su gesto
de escuchar a los ángeles. No tuviera yo en ella
anillo de amatista más brillante a mis ojos
que aquel beso primero. Superólo el segundo
en altura, que apenas medio llegó a la frente,
medio quedó en el pelo. ¡Suprema recompensa!
Era el amor poniendo su unción sobre mi frente
antes de bendecirla con su propia corona.
El tercero cubrió mis labios con su púrpura
y desde entonces, cierto, me he sentido orgullosa
y he podido decir: “¡Amor, sólo eres mío!”
Versión española de Adolfo Sarabia: Los sonetos de la dama portuguesa.
Poesía Hiperión, Madrid, 1998
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